Entre Escepticismo y Esperanza
Hace algunos años, en un
contexto que no recuerdo bien, una muy buena amiga me dijo “a mayor
expectativa, mayor desilusión”. Esa misma frase ha vuelto a mi cabeza una y
otra vez después de los discursos que
dieron inicio a la fase 2 de los diálogos entre el gobierno de Colombia y las
FARC.
Pese a que esta reflexión la
hago después de una semana de este evento, debo decir que este tiempo ha sido
útil por dos razones: En primer lugar, he podido decantar la información que tanto
el gobierno como las FARC dieron en sus discursos y, en segundo lugar, puedo
escribir sobre este hecho dejando un poco al lado las emociones.
Recordemos grosso modo lo que sucedió en la sesión inicial en Oslo
el día 18 de Octubre. Humberto de la Calle, vocero del gobierno colombiano,
ofreció un discurso en el que agradeció la labor de Noruega y Cuba como países
garantes, y a Chile y Venezuela, como países acompañantes, reconoció que las
FARC han cumplido con los compromisos pactados, insistió en la importancia de
la confidencialidad del proceso y destacó la importancia de tener una agenda que
se ocupa del fin del conflicto. Iván Márquez, vocero de las FARC, inició su
discurso poniendo más temas sobre la mesa. Es decir, planteando que el problema
de la tierra (punto 1 de la agenda) no se limita a una reforma agraria
integral, sino que es necesario discutir nuevas políticas de desarrollo rural,
lo cual incluye las áreas de la minería, los megaproyectos agroindustriales, los
hidrocarburos, los impactos ambientales, entre otros.
Tanto el gobierno, como las
FARC, sabían a lo que iban. El gobierno, siguió su libreto y no permitió que lo
sacaran de ese marco. Las FARC, por su parte, presentaron un discurso político,
que no se distancia en mucho de los discursos que en otras ocasiones han dado,
como por ejemplo en el Caguán. En suma, el gobierno fue práctico y
procedimental, mientras que las FARC fueron políticos e incisivos.
Ante esto, ¿Cuáles fueron las
reacciones que tuvimos los que estamos siguiendo este proceso? Me atrevería a
afirmar que la reacción oscila entre el escepticismo y la esperanza. Muchos
analistas han señalado que el discurso de las FARC no fue una sorpresa. Las
FARC tenían los micrófonos abiertos ante la comunidad internacional, era la
perfecta oportunidad para mostrar su proyecto. Tal como escribió Alfredo Molano
en El Espectador, era difícil esperar a que “una
negociación sobre intereses que durante medio siglo se han tratado de resolver
a balazos no podría haber comenzado con besos”. Además, las FARC estaban enviando un
mensaje a sus tropas, mostrándoles que no están débiles, sino que por el
contrario, sus propuestas siguen latentes en la mesa. Sin embargo, otros
analistas interpretaron el discurso de Iván Márquez como “un baldado de agua
fría” que no se esperaban y el cual tiene el sino del fracaso.
En este proceso todos y todas tenemos
que poner de nuestra parte, y es por ello que considero que las gotas de
escepticismo son útiles para recordarnos que esto no será fácil, que la paz no
se hará en 8 meses, como en algún momento lo planteó el gobierno, y que estamos
poniendo sobre la mesa temas que son fundamentales para nuestra nación, lo cual nos toca a todos y todas las
colombianas. Las gotas de esperanza por otro lado, ayudarán a hacer visibles
los enormes avances a los que se han llegado, como por ejemplo, que pese a la
muerte de Alfonso Cano, las FARC han seguido dialogando, o destacar el hecho de
que el gobierno busca garantizar la seguridad a los movimientos políticos como
la Marcha Patriótica, con lo que se pretende evitar que vuelva a ocurrir un
exterminio, como ocurrió con la Unión Patriótica en los años 80s y 90s.
Finalmente, debemos empezar a
hacer conciencia que la paz no se logra sólo con un desarme de las FARC, sino que es
preciso reconocer que hay otros elementos en juego. Si se llegara a firmar la
paz con este grupo guerrillero, seguirán existiendo otras organizaciones, como
por ejemplo las BACRIM. La paz es una tarea de todos y todas así en algunos
momentos seamos escépticos o estemos llenos de esperanza.